martes, 1 de diciembre de 2009

La dimensión preestablecida



Unidimensional dice Marcuse, cuando habla de; el hombre, de la sociedad, del pensamiento, de la conducta, de la realidad, de la civilización, del pensamiento e incluso del universo.

¿Pero a que se refiere con esta expresión, con este concepto?, regularmente cuando hablamos de dimensión, nos referimos a una medida que tiene un determinado objeto, incluso esta palabra tiene su raíz en el latín, cuyo significado original era precisamente “medida”.

De modo que cuando decimos que algo es unidimensional entendemos que es algo que tiene sólo una medida, es decir que se extiende en el universo en sólo una dirección, si algo fuera bidimensional entonces, tendría dos medidas distintas, dos extensiones hacia distintos puntos en el espacio, y así sucesivamente con lo tridimensional, etc.

Pero seguro que Marcuse no hablaba de física al utilizar este concepto, como ya dijimos hace tan solo unos cuantos párrafos, Marcuse describió al hombre como un ser unidimensional, e incluso titulo una de sus obras con este nombre “el hombre unidimensional” de modo que es válido preguntarnos que trataba de decirnos al utilizar este adjetivo.

Para explicar esto, el pensador utiliza los conceptos de “totalidad” y “falsa conciencia”. Ambos conceptos fueron ampliamente manejados por Lukács y retomados por Marcuse.

Como bien sabemos cuando hablamos de totalidad nos referimos al sistema, como uno totalitario que se impone en todos los contextos sociales y hasta en la subjetividad misma, de modo que el sistema no abarca simplemente el conjunto de todos los componentes (por decirlo de alguna manera) que lo constituyen, también se impone en forma absoluta sobre los sujetos.

Esto rigiendo la manera en que se deben llevar a cabo todas las interacciones sociales y es aquí donde aparece la falsa conciencia como una herramienta para lograr ese fin, convenciendo a los sujetos de que tienen lo que desean o merecen, además de que deben dirigir sus propias acciones para obtener algo que les beneficie a sí mismos. Sin embargo ellos no tienen ni lo que desean ni merecen, mucho menos sus acciones los llevan a obtener un beneficio propio, al menos en forma directa, al contrario de lo que los sujetos piensan, lo que hacen y desean se dirige a beneficiar a las clases dominantes directamente.

La falsa conciencia es pues la convicción impuesta por el sistema para hacer creer que aquellas acciones realizadas por las clases dominadas es lo más conveniente cuando no es así.

Podríamos indagar en este concepto de manera más profunda con múltiples ejemplos pero no es lo que compete a este ensayo, simplemente recordemos lo que estos conceptos significan para explicar posteriormente a Marcuse.

Son precisamente estos conceptos los que llevan al hombre y la sociedad a su unidimensionalidad. La totalidad se presenta como el contexto, es rígida y determina las posibilidades, los caminos, las opciones, impide ver más allá, imaginar otras formas de vida, siendo que el ser humano históricamente ha vivido muchas muy distintas.

La falsa conciencia es como ya dijimos la herramienta, no sólo impide que se imaginen modos distintos, también alega que las maneras existentes son las mejores, impidiendo a los sujetos pensar en que es realmente lo mejor. La falsa conciencia elimina y sustituye el pensamiento verdaderamente pragmático en los seres humanos.

De modo que los seres humanos viven en una realidad unidimensional, siendo que su subjetividad está delimitada por la rigidez del sistema. Vivimos pues en una sola dimensión, una sola medida, una sola extensión, impuesta por el sistema.

La conciencia falsa así mismo nos lleva a pensar en una sola dirección. En algún momento Marx dijo que la riqueza no se obtenía con el trabajo, sino con la explotación del trabajo de otros. Pero crecemos convenciéndonos de que si trabajamos duro mejoraremos nuestra forma de vida y lograremos la satisfacción de nuestras necesidades materiales. Y aunque esto sea de alguna manera cierto, no nos damos cuenta de que entre mayor sea el trabajo que hagamos, mayor será el capital que otorguemos al capitalista, incrementando así nuestra propia explotación.

El sistema nos dice que hay muchos caminos, sin embargo ninguno está libre de este paradigma. Dentro del sistema capitalista siempre seremos explotados y no importa la labor que lleguemos a elegir, no podremos separarnos de este esquema.

A esto se refería Marcuse cuando hablaba de lo unidimensional, tenemos puestos nuestros ojos en el dinero y la única forma de obtenerlo es con el trabajo, además olvidamos y sacrificamos nuestras otras necesidades humanas, aquellas más espirituales, morales, que nos permiten hacernos seres plenos e íntegros.

Ciertamente si pensamos en este último punto y lo contrastamos con la realidad, podríamos creer fácilmente que no es así, ¿Es que no tenemos derecho de ir a misa o realizar alguna ceremonia de nuestra religión? ¿Qué no gozamos de vacaciones y fines de semana para descansar? ¿A caso la ciudad no está llena de centros recreativos y pasatiempos que nos ayudan a desarrollar nuestra creatividad?

Recordemos la totalidad del sistema, todos estos no son más que medios para que olvidemos nuestra situación de explotados, realizar cualquiera de las acciones anteriormente planteadas no iría en contra del sistema, más bien a su favor, en el sentido de que nos hacen creer que somos libres.

Pobres de aquellos que piensan diferente, tenemos múltiples ejemplos que se encuentran muy cerca de nuestra cotidianeidad, nadie se dedica a la música si su trabajo no le otorga beneficios económicos a alguien más.

Si profesas alguna religión ajena a la predominante seguro no serás bien visto por tus vecinos, y desde un punto de vista más crudo, ¿acaso no hay quienes se beneficien económicamente de nuestros tiempos de descanso así decidamos ir a beber un café o quedarnos en casa viendo la televisión?

El punto central en todos los ejemplos aunque en forma implícita, es la acumulación de capital, siempre en base a nuestro trabajo, y ¿Qué acaso las religiones no obtienen beneficios económicos de sus seguidores? sería ingenuo pensar que no. Principalmente si hablamos de la religión católica, con todo su poder a nivel internacional.

De modo que el sistema nos mantiene sobre la línea, la totalidad se integra regulando y controlando todas nuestras acciones, mostrándonos una realidad unidimensional, dónde nuestra visión es limitada.

Pero es momento de pasar a otros conceptos que no harán más que refutar lo anterior: la “racionalización” técnica y el “progreso”.

Nos encontramos en un mundo altamente tecnificado, la tecnología avanzada se inmiscuye en la gran mayoría de los aspectos de nuestras vidas. De alguna manera todos deseamos y buscamos pues el progreso técnico, con la creencia y seguridad de que mejora nuestra realidad.

A esta mentalidad, Marcuse le llama la racionalización técnica, dónde la tecnología se vuelve un objetivo político y del sistema en general. Sin embargo esta racionalización va más allá de lo ideológico y aparece también como un mecanismo de control social.

En un primer momento, la racionalización técnica descubre nuevas formas de explotación de la tierra y materias primas, lo que después fue traducido en el incremento de la productividad del trabajo. Así los capitalistas comienzan a utilizar maquinaria con el fin de incrementar sus ganancias.

Posteriormente se dieron cuenta de que además del implemento de maquinaria podían manipular los procesos productivos también buscando la acumulación de capital, surge la administración científica.

Con esta administración surgen formas de trabajo que someten a un control extremo la labor de los trabajadores. La gran cantidad de movimientos obreros en protesta a esta situación logra mejorar las condiciones de vida de las personas y disminuye en alguna medida el control social de aquella época.

Este es un ejemplo histórico de cómo la racionalización técnica se dirige al control social, pero aún hay más. El desarrollo de nuevas tecnologías trajo consigo también una innumerable cantidad de productos, que si bien han mejorado y facilitado muchos aspectos de nuestras vidas, también han generado una enorme dependencia en los seres humanos.

En busca de nuevos mercados y nuevos productos, la clase capitalista inventa la publicidad. Esta con el objetivo de mostrarnos los nuevos productos, hacernos desearlos o convencernos de que los necesitamos, aunque en realidad no sea así.

Desde este punto de vista, la publicidad busca transformarnos en mercado. Hoy en día, también a través de los nuevos medios de comunicación como el internet, somos víctimas de cantidades impresionantes de publicidad que no sólo nos muestran nuevos productos. También deforman nuestra visión de la realidad, modificando nuestros valores morales y empujándonos a una tendencia de consumo desmedida.

Existen miles de ejemplos sobre esto, desde los comerciales que nos dicen que seremos más atractivos si adelgazamos hasta aquellos largos infomerciales que nos ofrecen un aparato extraño que cambiará nuestras vidas.

Pero no es sólo la clase capitalista la que utiliza la publicidad para manipular nuestros deseos y generar falsa conciencia, también la utilizan los políticos y el gobierno, diciéndonos que el trabajo duro y el sometimiento al orden social es lo que realmente deseamos. Es cuestión de ver la televisión pública un día para poder verificar esto personalmente.

Y si aún quedan dudas sobre la certeza de la falsa conciencia, la racionalidad técnica y la unidimensionalidad, abordemos una cuestión aun más interesante.

Si es que contamos con toda esta tecnología, toda esta capacidad de producción, que ha demostrado y es bien conocido que tiene la capacidad de acabar con todos los males que aquejan a la humanidad, como el hambre y las enfermedades. ¿Por qué las seguimos sufriendo? Aunque el cólera tiene cura y puede ser prevenido, aún hay quienes sucumben a este mal.

Los alimentos desperdiciados al año, superan por mucho la demanda alimenticia mundial y miles mueren de hambre diariamente ¿Por qué?, vayámonos incluso más lejos y veamos que ya existen incluso fábricas que funcionan completamente automatizadas donde máquinas robóticas realizan todo el proceso.

Si la tecnificación ha demostrado aumentar la productividad de los trabajadores ¿por qué es que la jornada laboral no disminuye y los salarios no incrementan?

Ciertamente la tecnología ha logrado traer muchos beneficios a la humanidad, al menos estamos convencidos de esa idea. Sin embargo en un sistema opresor que busca la acumulación de capital para las clases dominantes, el beneficio social no es rentable.

Podemos percibir a nuestra falsa conciencia si nos damos cuenta de que los verdaderos beneficiados de la tecnificación no somos la gran masa de personas que constituimos a las poblaciones del mundo, pero si aquellas esferas de personas que dominan y controlan la producción.

Podremos darnos cuenta de la totalidad del sistema cuando logremos darnos cuenta de que no podemos imaginar un mundo en el que el dinero no sea necesario, cuando no podamos imaginar una forma de vida distinta a la que tenemos.

Nos percibiríamos como seres unidimensionales si lográsemos darnos cuenta de todos los medios que controlan nuestras vidas y nuestros pensamientos, y finalmente consiguiéramos la libertad. Aquella en que sin prejuicios decidiéramos lo que es más conveniente para nosotros como humanidad.

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