sábado, 5 de diciembre de 2009

Un sistema-mundo ¿conciente?

Todos los problemas de una persona se originan en su propio contexto social, si una persona se convierte en asesino o ladrón, se debe a que su contexto social lo colocó en una posición en que veía beneficios en realizar estas acciones. Los pensamientos, conductas y creencias de un sujeto están completamente ligados a las reglas morales e ideológicas de su sociedad. No podemos desligar a los individuos de su realidad social, esta es también, la premisa que constituye al concepto de “sujeto”.

De la misma manera cada pueblo se liga a la nación que integra y cada nación al contexto global, a esto se refiere Wallerstein cuando nos habla del sistema-mundo. Una dependencia absoluta entre sujeto o sujetos y su contexto social. No es difícil caer en cuenta de esto si reflexionamos sobre las relaciones sociales, todas las sociedades se constituyen a través de estas relaciones, y estas implican interacciones que influyen en forma reciproca en todos los sujetos que integran la relación. Observando esto a un nivel macro social, quiere decir que las acciones realizadas por cada sujeto, influyen en el resto del grupo. En una sociedad globalizada como en la que vivimos, esta influencia no hace más que intensificarse.

Es una explicación como esta la que justifica la propuesta de Wallerstein, acerca de que la posibilidad de mejorar o empeorar el mundo está en manos de todos sus pobladores. Pero eso quiere decir también que este mundo complicado y conflictivo en el que vivimos, y en donde el capital está muy por encima de la vida de cualquier ser humano, es consecuencia de nuestras propias acciones.

Lo cierto es que entre tantas personas, coincidir en lograr un objetivo social se hace verdaderamente complicado, y en caso de que lográsemos coincidir nuestras intenciones y esfuerzos en un mismo camino, no tenemos manera de hacernos conscientes de ello, no somos capaces de conocer lo que hay en la mente de cada uno de los integrantes de nuestra sociedad mundial. Podríamos decir que carecemos de una “conciencia social” y en lugar de esta, la que comanda nuestras acciones colectivas es una “inconsciencia social”, constituida por las coincidencias entre las creencias e ideologías de los grupos.

La propuesta de Wallerstein acerca de nuestra posibilidad como sujetos de cambiar nuestro mundo, es ciertamente muy válida, pero si no poseemos una conciencia social que coordine nuestras acciones colectivas, directamente a lograr el cumplimiento de los objetivos sociales ¿Cómo esperamos lograr algún día la utopía universal que tanto deseamos?

Lograr esta conciencia social es entonces, la meta que deberíamos buscar en primera instancia, para resolver los problemas mundiales, deberíamos vernos cómo un gran organismo social, en lugar de un montón de pueblos distintos donde se privilegia la indiferencia.


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