sábado, 5 de diciembre de 2009

Una existencia etérea

En su artículo “The Matrix, o las dos Caras de la Perversión”, Zizek nos habla del “gran otro”, este ente abstracto constituido por nosotros mismos al diferenciarnos del conjunto social y que nos redefine constantemente. Curiosamente también llama así al entorno virtual de Internet. Dado que conforma también un entorno abstracto a través del cual los sujetos se desenvuelven socialmente.

También en su artículo “En ti más que tú mismo” hace mención del internet, aquí nos habla de cómo el sujeto queda desplazado del escenario de interacción social, y son sus meras proyecciones mentales las que interactúan con las proyecciones mentales de los otros. En otras palabras, el sujeto crea un sujeto imaginario que interactúa con otros sujetos imaginarios.

Partiendo de estas ideas una pregunta que valdría la pena hacernos es si el gran otro de internet puede influir en nuestros sujetos reales. En primera instancia y si tomamos en cuenta las ideas anteriores en forma estricta, podríamos pensar que el gran otro, como un contexto social abstracto encerrado en un entorno virtual, no tiene porqué influir en el mundo real. Pero sería equivocado pensar que al existir en estas condiciones se vuelve falso o meramente imaginario. ¿Acaso las ideas de los hombres no han sido origen de tremendos cambios y movimientos sociales? Considerar al internet como algo ficticio sería un tremendo error, simplemente preguntémonos ¿si pasáramos dos, tres, cuatro u ocho horas conectados a internet, las experiencias que viviéramos serían falsas? Lo cierto es que aunque no podríamos llamarlas meramente experiencias reales, continuarían siendo verdaderas.

Es precisamente en este punto en el que quisiera abordar, si bien el internet es una plataforma donde podemos proyectarnos virtualmente, eso no significa que no estemos fuera de su alcance en el entorno real, lo cual implica graves consecuencias sociales. Como ya lo dije antes, el tiempo que pasamos frente a una computadora, es tiempo efectivo, cada vez para más personas, una vida fuera de los entornos virtuales se hace menos posible, y ya son muchos los que dependen completamente de estas interacciones sociales virtuales.

Tener una novia en internet, por ejemplo, aunque sea completamente una experiencia virtual, implica una relación verdadera, aunque irreal. Una relación de este tipo, es sin lugar a dudas una relación “etérea”, excluye toda posibilidad de contacto físico y en muchos casos interacciones visuales y auditivas, indispensables en cualquier relación social real.

Lo preocupante es que si cada vez tendemos más a hacer uso de este tipo de relaciones sociales etéreas, nuestra vida misma se diluye entre lo virtual y lo real. El pensar que estas relaciones en última instancia son verdaderas, en lugar de ofrecer consuelo, incrementa aún más la preocupación, porque simplemente afirma lo que ya está ocurriendo. Una “verdadera” desintegración de las relaciones sociales reales. Y por lo que a las relaciones sociales se refiere, el gran otro que está fuera de internet, aquel que nos define y redefine en nuestro contexto social, también empieza a desestructurarse, lo cual hace etérea no solo a nuestra vida, también a nuestra realidad social.

Ciertamente lo que Zizek alega en su artículo sobre The Matrix es muy cierto, no se trata de descubrir que vivimos en una falsa realidad, sino de darnos cuenta que nuestra realidad está dejando de existir.

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